Cuentos de miedo

El lobo de Caperucita,
el huso de la Bella Durmiente,
nunca dieron tanto miedo…

La bruja de Blancanieves,
la madrastra de Cenicienta,
simples personajes de cuento…

Cazadores, príncipes azules, ratones,
hadas madrinas, enanos, sueños reparadores…
todos ellos protectores.

Pero… ¿quién o qué protege a esta simple mortal?
¿Quién me protegerá a mí, qué hechizo?
¿Qué fabulosa poción? ¿Dónde estás hada madrina?

Si me pincho, sangro.
Si me muerdes también.
El veneno me mataría,
y mis miles de zapatos… sólo sirven para andar…

¿Dónde me escondo entonces, en qué oscuro lugar? 
¿Dónde me protejo de este miedo a volar?





Declaración de intenciones II




Ahora piensa en el pasado,
en lo que tuvo, en lo que llegó a ser,
en los viejos amores…
sueños, abrazos, ilusiones, besos, pelis, canciones…
Si tantas veces todo esto tuvo ¿cómo se dejó engañar?

 Esa cabecita loca que sigue siendo una llorona,
que no encuentra satisfacción porque su espacio es demencial
y sigue buscando musas entre mangas de vampiros y columnas rotas.

 Esa cabecita loca y de ojos rojos que te baila una ranchera igual que un rock,
entre novias cadavéricas, molinos rojos y zapatos de charol
sabe quién es, lo que ha vivido, lo que ha tenido, lo que ha compartido y lo que vale.
Por ello sabe lo que vivirá, lo que tendrá, lo que compartirá y dónde llegará.

 Pero hay algo que no sabe… ¿Cómo se dejó engañar?

 Y sabiamente le contesto: Cabecita loca no te preocupes, todo lo que sientes es normal, a veces das amor y recibes engaño, no lo puedes evitar.

Quisiste, amaste, confiaste y perdonaste pero a veces eso no basta. Pero también debes recordar que otras veces que también amaste te amaron, cuando compartiste compartieron, cuando confiaste no te mintieron y cuando diste, todo te dieron…

 Así que recuerda, mantén tu esencia, que nada te haga cambiar. Y lo más importante, de nuevo sucederá…


Di que sí

No nunca nada jamás ninguno nadie tampoco en absoluto
Palabras que me hacen daño.
Palabras con las que me hago daño.
Tarea para hoy, tarea para siempre: aprender un nuevo vocabulario;
comprarme un glosario de palabras nuevas.
Palabras que suenen a sí,
palabras que suenen a siempre,
a todo, a claro, a… ¡cómo no!
Y una última tarea: escribir cada vez que me sienta como hoy.