Traiciones

Hoy me he levantado con el alma gris y pequeña. Y ni siquiera sé por qué. Nada especial pasó. Quizá sólo fue que me expuse demasiado a mis sentimientos, que me acerqué demasiado a los recuerdos.

Quizá fue que los sueños me traicionaron...

Querida Escarlata:

¿Por qué hay personas que se empeñan en destruir finales? ¿Por qué no saben acabar con dignidad? ¿Por qué es necesario crucificar a otros para salvarse a uno mismo? ¿Por qué incrementar tantos sueños rotos? ¿Por qué aumentar las decepciones?

Nunca me gustaron las víctimas, no me fío de las Melanias en general. Siempre he querido ser Escarlata pero me convertí, sin quererlo, en Rhett, al final.

¿Realmente es imposible ser justo?

Asumir las culpas, pedir perdones, no mentir… Aunque sea más fácil, aunque te convenga más.

Fuimos muchas cosas. Fuimos algo especial. Y ahora, sin tan siquiera haber pasado mucho tiempo, tienes que destrozar, vilipendiar, vetar, destruir, suplantarme, inventar. Versiones inconexas. Mi recuerdo. Mi realidad.

Te aíslas del recuerdo, de mi existencia. ¿Crees que yo no luché contra el tuyo? Pero el olvido es amigo del sufrimiento, caminan juntos, al lado, escociendo como una herida abierta, sangrante y que no cicatriza, aunque hubiera que extirpar sin solución.


¿Cuánto di? ¿Cuánto perdí? Dos preguntas y una sola respuesta: todo. ¿Qué recibí? También una: nada.

¿Y el resultado? Miedo y mentira.

¿Y ahora quién soy? Un anticristo, un demonio. Ahora engañas y retuerces porque quieres ser un mártir más. Porque es más fácil que la verdad. Ahora me inventas intenciones, me temes, creas tabúes, cuando yo nada he hecho, nada quiero, nada intento.

Reconozco mis culpas. Pocas en esta ocasión. Sí. Pero cuando realmente has amado, cuando realmente alguien te importó, no degüellas sin más.

Reconozco que te desconozco. Cuanto más tratas de eliminarme, más te eliminas, porque más te conviertes en una versión perversa de ti, en alguien que nunca debió haber sido.

Nunca habría imaginado que fueras capaz de callar, de romper, de atacar…

De convertirme en lo que me has convertido.
De convertirte en lo que te has convertido.

A veces te odio por ello, pero en el fondo me apena.

Quizá la amargura cubra mi alma, pero quizá la fortalezca el dolor. Aún no lo sé, porque sigo en el tránsito.

¿La tuya? Tu alma pura está corrompida. Aquello que vi en ti, no existe. Nada en ti queda de lo que fuiste, de lo que fuimos.

Y aunque duela, gané la batalla. Guerra perdida. Sé que es mejor. Al menos para mí. Me lo has demostrado.
Cada uno de tus pasos hacia delante, es uno de tu alma y de tus principios hacia atrás. Porque nunca nadie pudo equivocarse tanto, nunca nadie pudo engañarse tanto.

Y una y otra vez me pregunto: ¿por qué llegaste a esto?

No soy un alma inocente. No soy una víctima. Ni siquiera tú eres malo. He ahí la diferencia. Nunca lo permití. Nunca dejé que lo fueras, incluso con motivos. Tú en cambio…

Callar luego otorgar, llorar, quejarte y victimizar cuando sólo eres víctima de ti mismo.