Y sigo...

De nuevo, y hasta que lo termine. ¡¡Qué libro tan maravilloso!! El otro día, subía las escaleras del metro, que es habitualmente donde leo, lo confieso, filóloga y perezosa, amante de las letras, pero vaga.

En casa... me cuesta, no voy a negarlo: estoy en mi sofá, acurrucadita, o estirada lo pequeñamente larga que soy, o delante del ordenador ¡qué extraño! con los vídeos a cuestas... siempre hay música de fondo, de ahí que piense en tatuarme y de ahí que ese sea el motivo... Pero a lo que voy... a veces piensas: ¿volveré a leer algo que me atrape? ¿Volveré a sentirlo?

Y no es una historia de amor, ni siquiera es que enganche, sino que contiene magia, todo él, cada frase, cada palabra. No todas, no voy a engañar a nadie, apasionada en mis frikismos, ya sabéis, pero tampoco tan exagerada. Como decía, contiene magia, pensamientos casi filosóficos procedentes de una mente infantil... y de otra que se esconde. Sensaciones familiares, personas mágicas, bichos raros. Genial!


De ahí que subraye esas pequeñas magias, y las comparta:



La música desempeña una función muy importante en mi vida. Es lo que me permite soportar... pues... todo lo que hay que soportar: mi hermana, mi madre, el colegio, Achille Grand-Fernet, etc. La música no es sólo un placer para el oído como la gastronomía lo es para el paladar, o la pintura, para los ojos. Si pongo música por la mañana tampoco es que la razón sea muy original: lo hago porque determina el tono del día. Es muy sencillo y, a la vez, muy complicado de explicar: creo que podemos elegir nuestros estados de ánimo porque poseemos una consciencia con varios estratos y tenemos la manera de acceder a ellos.

La elegancia del erizo
Muriel Barbery


De 12 años a 29 ¿cuántos hay? el doble + 5... mmmmm... pues como si tuviera 12 + 5 menos... aunque yo no elijo.

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